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domingo, 31 de diciembre de 2017

Cuando crea que son las 12




Cuando crea que dan las 12, beberé de una taza, una vieja taza de café decorada a franjas de colores sobre un fondo verde olivo, cual sarape de Saltillo hecho cerámica.

Será entonces el momento preciso de beberme a sorbos el amargo adiós de los recuerdos metidos en mi taza mas a fuerzas que de ganas de dejarlos ir, pero esto es así, a fin de cuentas, mis recuerdos son muy míos y me los trago como quiera.

Cuando veo que el tiempo pasa, ya hemos hecho la comida, las compras fueron hechas en el mediodía y la estufa las resguarda en su horno.

Me desespera la espera, aunque espero en la pantalla, entre pelis de comedia, de terror o de comida, no le atino yo y mi vida, paso entonces a esperar, tan solo al fuego de mi horno.

Molesto continuamente a la pantalla rota de mi viejo teléfono, escribo a veces y escribo en verso, como si no valiera la pena intentarlo de nuevo, por mas que lo intente en prosa.

El Whatsapp me presenta los estados, los saludos de familia, amigos y contactos, en el Messenger otro tanto y para no alargarme tanto al Facebook ni le hago tanto caso, que de ver las novedades me amanece y me da ocaso.

Sin embargo los estruendos, de los cohetes tronadores, chifladores y luces de colores, iluminan por mi calle y gritando van tomando por asalto nuestra quietud y la de los alrededores. 

Un helicóptero en la distancia nos mueve a dos a perseguirlo, como si corriendo en moto pudiéramos con seguirlo, solo ganamos una foto y un par de charlas del recuerdo de la infancia.

La gata en casa nos recibe, impaciente por el hambre maúlla y eso se percibe, me atosiga mientras llego a la cocina por alguna golosina.

Leo a amigos de otro tiempo, también a aquellos que no frecuento, a otros mas en otros países, de los que uno piensa que se la viven felices y comiendo perdices.

Paso al vino que no bebo, ya no se si un día deje de ser alcohólico o solo soy abstemio, pero va el vino hacia afuera, de la botella a la taza y la taza a la mesa, aunque la mesa hace mucho que se convirtió en escritorio, en uno viejo de madera arañado por los filos de los años, del pasado y del presente, pues con la mirada ausente y también en modo consciente, le platicamos libremente de nuestras tan intimas cosas, sabiendo que en ella tendremos también un enorme paño de lágrimas.

Quisiera a veces ser un poco mas inteligente que el promedio, para poder entender a los de mi medio, saber lo que con tanto ahínco me reclaman, ¿que se siente ser normal? Y con eso...ya me apañan. 

Al final, estoy consciente, de que la vida es inclemente, de que si te vi en la mañana quizás ya no te vuelva a ver de frente. 

‎Ocaso y amaneceres, de una vida de placeres, de los placeres de la vida prefiero los que hay en tu piel, los cantos de la lluvia envolviéndonos la casa, la comida esperando en plato está. 

‎Un año nuevo se me asoma, en compañía de tu persona, ante la claridad de nuestra vista a lo casual, siendo hoy un día normal, descansamos un poco de mover nuestros meniscos, al parecer terminamos siendo tal para cual. 

Cuando crea que son las doce, beberé a sorbos mi vino, quedaran atrás las penas y por delante un camino. 



@manuelbrito59
imagen web de: http://www.1zoom.me/es/wallpaper/537600/z9739.9/

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