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domingo, 28 de octubre de 2018

Ojala y no llueva

Tres de la tarde. El dolor en la frente me es contundente. No es ningún malestar físico, lo sé. Las emociones acumuladas también me hacen daño. Los ojos se me nublan de llanto, los siento casi a punto de desbordar lágrimas. Deben verse rojos ahora. No importa ya, aún así debo continuar con esto.


La tarde ha comenzado a caer. No puedo perder otra hora. Apilo los pequeños cuerpos sobre las mesas. Uno junto del otro. Niños de entre 6 a 10 años. Ninguna niña, todo bien. Me gusta seguir mis  reglas. Diferentes tamaños. Diferentes colores de piel...mmmm, no importa, será igual.


Desnudo a todos. La pila de ropa se acumula sobre pasando un metro de alto arrumbados todos en la esquina izquierda junto al horno. Debo limpiar esto, ya se me han juntado tres semanas.


Pongo los cuerpos tibios y adormilados sobre el costado izquierdo, con la cabeza hacia arriba y las piernas extendidas. No quiero perder a ninguno por asfixia de vómito. Eso sí me da asquito, el vómito, y a veces si vomita uno vomitan todos. Sería más trabajo, pero por el vómito no me gusta, los acabo de bañar a todos.


Amarro a cada uno sus dos pies con la misma cuerda. Una soga resistente que tiene su extremo derecho anclado a la pared del fondo. Cuando estén listos los podré elevar a todos. Por ahora me entretengo haciendo nudos y llenando los  tambos plásticos de 300 litros, me tardaré media hora. El tiempo va en contra de nuevo.


El agua escurre desde la llave de paso hacia cada uno de los cinco contenedores plásticos. Alguno menores se han comenzado a mover. Debo apurarme, aunque me quedan tres horas.


Afilo mi preferido. La piedra gira mientras mi vieja hacha de cocina me trae recuerdos. Aquella juventud de escuela preparatoria, vendiendo pollos para mantener mis estudios que un par de desaparecidos padres no me pudieran dar por estar viviendo sus decadentes vidas. El filo deja ver su brillo en cada giro de la piedra. Ese  sonido carácteristico del hacha al caer sobre las articulaciones del ave que deshollaba y descuartizaba fue lo que convirtió a mi hacha en mi silente acompañante. Admiro su resistencia al tiempo. Hoy no le tendré envidia. Hoy seremos iguales.


Enjuago, seco y guardo la maquinaria. Es tiempo de avanzar al trabajo más fino. Costumbres que uno adquiere con la práctica en la universidad. Área de trabajo despejada. Bata limpia. Instrumental inocuo y dispuesto. Olvidaba calzarme las botas negras de hule. Odio mancharme los tenis. El gris se mancha muy fácil con las pringas del suelo. 


Procedo a manipular el maneral que eleva la cuerda. Los giros hacen tensión en la cuerda. Los cuerpos penden de la horizontal a la vertical balanceándose al tiempo que emulan el tendedero de mis vecinas. Por cierto, pensando en Ericka, la vecina de la tienda, no sé cuánto tiempo tardará en darse cuenta de que su pequeño engendro ha desaparecido. No sé si lo extrañe. Quizás siga pensando que fue buena idea el simplemente darle unas monedas y mandarlo por horas a los videojuegos de la otra esquina. Caracoles, eso de atraer a su pequeño Andrés no fue tan difícil después de todo. Hubiera preferido dejárselo pero con él me acomplataban mis treinta mensuales. Ni modos que trabaje solo con quince cada dos semanas, que huevada.


Ya penden todos boca abajo. Algunos se incomodan y retuercen, pero sé que no pueden despertar aún. Sedados por media hora más. Cinco de la tarde y yo perdiendo mi tiempo. Mejor acomodo estos guantes en las manos. Odio el olor del látex. Guácatelas. Me gusta mucho este talco, viene con alcanfor y menta. Esparcido en los guantes ya no me es tan desagradable. Veamos...de tin marín, de do pingüé, pinshes chamacos aquí ya les fué... tú, jaja, jajá, me acuerdo de ti. Eso de ser becario en una primaria tiene sus beneficios.


Vamos a ver. Qué costumbre la mía de sacarme la lengua por un costado de la boca y apretarla con los dientes mientras me concentro en algo. Solo porque siento el mordisco me doy cuenta de hacerlo de nuevo. En fin, prosigo con mi cuchillo hacha haciendo cortes por debajo de la axila al rubio niño que tenía ya la carita roja por estar colgado. El cuchillo afilado se desliza suavemente alrededor de su brazo. No me lo guardo, claro que no. Lo arrojo a la pileta cercana a mí. Alguna vez la construyeron como una pequeña piscina interior. Nunca me había sentido tan complacido como cuando le encontré un buen uso a lo que siempre pensé que sería un espacio desperdiciado. Ahí mismo arrojo su otro brazo.


Manchando con un poco del viscoso líquido carmesí el envase de vidrio que contiene mi limonada me sirvo de ella para rellenar mi vaso con hielos. Esta labor siempre me hace fatigar y el pepino en la limonada me refresca.


Unos tragos después y me encuentro cercenando al siguiente infante de la misma forma que al primero. Comienzan los gritos agudos y lastimeros. Ojos desorbitados y mucho llanto. Me concentro cortando. Así el quinto y el vigésimo. El cántico de lamentos la atrae. Mi hermana baja las escaleras. Escucho sus pasos. Es gratificante pensar en sus senos cubiertos de jalea de fresa mezclados con sangre.


Me ayuda vaciando algunas cubetas de sangre en la pila del jacuzzi. Adora ver girar el rojo. Veinticinco y faltan cinco. La erección es manifiesta. Ella no lo pospone, la alienta con sus manos y masaje externo. Debo acabar con esto, le comunico.


Treinta voces aullando entre chillidos y gritos no me incomodan tanto como la pasividad de estos boxers que me piden a gritos desaparecer. Mi hermana espera mientras le rebana el miembro a uno de los chiquillos que le ha gustado. Juguetea con el miembro entre sus manos y su boca. Se ve tan hermosa mientras ríe con él apuntandome a la cara cual si fuera el miembro entre sus dedos una pistola. Y dispara haciendo con su voz el sonido del disparo.


Cojo el contenedor de líquidos y la jeringa de extracción. Uno por uno, les extraigo por detrás de la nuca el líquido cefalorraquídeoaquídeo. Uno por uno en otro contenedor con una jeringa más larga el liquido raquídeo de la espina dorsal. Me encanta el color que toma bajo las luces artificiales. 


Mi hermana me espera en el jacuzzi. La anestesia abandonó a todos antes de meterles jeringa. Así acomodo todos los instrumentos en la mesa metálica cromada que nos acompaña en esto desde hace una década. 


Ella la trajo de un bazar para mi cumpleaños número veintidos. Yo no podía darle nada ese año. Nada para conmemorar sus diesiseis primaveras, mientras ella me regalaba su virginidad entre sollozos por el abandono de los innombrables.


Por ésto le llevo en camino el contenedor de líquidos cefalorraquídeoaquídeos mientras lo mezclo con la limonada. Al llegar con ella, se lo sirvo en su vaso de vidrio favorito. Los hielos tintinean la mezclar el vodka del fondo con la limonada. 


Desnudos entre la viscosidad sangrienta nos besamos y brindamos. Así festejamos cada mes el haber sobrevivido en este mundo inapetente del amor compartido e incondicional. Mundo perdido por el egoísmo y la soledad. Bailamos la danza de los amores entre los aromas de la carne fresca y recién abierta.


Nos terminamos el uno al otro. Le renuevo mis promesas de mi amor eterno y de vida plena. Le entrego en su última porción de bebida una cucharada de líquido raquídeo mezclado con vino. Tu belleza y juventud por siempre, atino a decirle. Mi belleza y juventud siempre tuyas, atina a contestarme. Bebemos la misma mezcla cada quien en su vaso después de chocarlos y cruzar los brazos.


Dormiremos un rato así, abrazados, con la sinfonía de trasfondos. Lo que me hace sentir la frente pesada. Otra vez los ojos rojos y llenos de llanto. Así se siente la alegría por compartir los mejores momentos con la persona que amas. 


Limpiaré después, por supuesto. Antes de cerrar los ojos y descansar me di cuenta de algo que me choca. Sabía que debí poner mis tenis en una bolsa. Al rato los tendré que volver a lavar. Se salpicaron de sangre. Chales. Ojalá y no llueva para que se sequen.






@manuelbrito59
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¿Me acompañas a la escuela?


-Mamá, mamita, ¿Me dejas quedarme este otro pedacito de pan de dulce?
-Jimena, pero si ya te has comido el tuyo y la mitad de ese otro...no debes comer mucho mi niña, recuerda que te caen pesadas las comidas por la noche
-Pero mamá, no me lo voy a comer ahorita, es para llevármelo junto a mi cama
-De acuerdo Jime, tu ganas
-Gracias mamita, ¿Quieres que me vaya a dormir ya?
-Aufff...que cansada estoy, yo también, ándale mijita, ve a tu cuarto, antes de las 10 de la noche es una buena hora para que una pequeñita como tú se vaya a descansar, mañana tienes clases
-Si mami- muack
-Te voy a apretar mucho mientras te abrazo...
-Sí mami...¿quieres que me lleve algo más?
-Esto mi vida, hoy quiero que te lleves una taza de chocolate ¿Te gustó la tuya? ¿Estaba rica?
-Si mami, me gustó mucho, le gustará también...
-Ve hija, descansa...
-Buenas noches mamita- le dijo la pequeña de 8 años mientras cerraba la puerta de su habitación- te amamos...
-Y yo a ustedes...-quebrándose en un llanto silencioso contuvo sus gritos con las palmas de sus manos, sus lágrimas escurrían calientes por las mejillas desde sus párpados cerrados con fuerza por el dolor.
-¿Porqué mamá sigue llorando?- preguntó Jimena a Claudia, su hermana un año mayor que ella, ausente desde seis meses atrás al estrellarse el auto que conducía su padre falleciendo ambos instantáneamente.
-No lo sé, Jime, pero tampoco nos deja ir si no deja de llorarnos- le contestó Claudia encogiéndose de hombros para luego tomar el bocado y la bebida que su hermana le había llevado.
-Tú come, Clau, yo ya me voy a dormir ¿Me acompañas mañana a la escuela?
-Sí voy, sabes que a mí me gusta.
-¿Está mi papá con mamá?
-Bajó a verlas hace un rato, se va quedar con ella hasta que se calme, descansa fea, te amo.
-Y yo a ti, gruñona.



@manuelbrito59
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martes, 23 de octubre de 2018

¿En qué piensas?



    ¿En que piensas, mientras cierras los ojos apretando los labios, recostada sobre la espalda desnuda que acaricia una cama y suspiras al viento en un momento largo que parece tan intenso como un diálogo divino?

    Mi condición de observador me obliga tanto a no estorbarte. Entiendo que la secuencia de momentos que se presenta ante mis ojos, es muestra clara de sinceridad afectiva y de confianza. De hecho, estamos en medio de todo esto por confianza.

     Te has atrevido a confiar tanto en mi que te has podido permitir dejarme ver lo que a la intimidad siempre compartes. Los cabellos de seda que por sobre tu rostro caen no te atribulan, el frío externo o el calor no te preocupa, al menos, no por ahora, tu propio clima en tu tibio cuerpo las venas regulan.

    Y yo...¡Caray! Admiro y contemplo a cada pulgada de cuerpo, cada centímetro por ciento de este extenso y limitado panorama, en donde fundes cuerpo y alma mientras ahogas el respiro y mueres y revives al suspiro, para luego desahogarte nuevamente al compás de tu cuerpo impaciente que se retuerce de emoción, excitación, exudación y ansiedad.

    Aun así, acompañándote del todo, permaneciendo a ti conectado, al momento anclado y a tu integridad sujeto; avanzo en mis observaciones, se entretejen al instante emociones, sinsabores, a memorias anteriores y a las nuevas ansiedades.

    Te miro extenso y te veo perdida, viajada, extendida, ya me preocupa en algo tu caída, por si acaso de ese cielo a donde vuelas y regresas, tu quizás algo recuerdes y de mi también te acuerdes, porque aunque enfrente aquí me tengas por ahora, no me reconoces.

    Ojos cerrados, los míos abiertos, labios apretados , los míos abiertos, tus manos a mi cuerpo sujetas y mientras te observo los párpados, nuevamente me pregunto...¿En que piensas?




@manuelbrito59

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lunes, 22 de octubre de 2018

Manifiesto



El Amor se    manifiesta
de tantas e imposibles maneras;
tan  distintas  y  distantes,
como el Destino quiera
unir a las personas
o separarlas
.



@manuelbrito59

miércoles, 17 de octubre de 2018

Yo quiero

Yo quiero,
Yo quiero que me quieras
Pero no por mi insistencia,
Ni por tu poca resistencia,
Mucho menos por complacencia,
Así no quiero que me quieras,
No.

Yo quiero,
Qué me des de tu atención pues,
Un poquito;
Que me filtres entre tus cosas
Como quien filtra un rayito,
De esos que atraviesan las cortinas
Para alumbrarse un ratito.

Yo sí quiero
Qué rías y te desencajes,
Que sean tus prendas
De los más sencillos ropajes;
Para que no te martirices
Con los andamiajes,
Y me regales... un beso,
Eso quiero.



@manuelbrito59
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martes, 16 de octubre de 2018

Las comisuras de tu boca


Y me gustas
Y me atraes
Y me llenas
Siempre de esperanza.

Y me hieres
Y me lastimas
Y me entregas
La nostalgia de los días.

Y me enredas
Y te burlas
Y me ilusionas
Solo para satisfacer tus vanidades.

Y me incitas
Y me excitas
Y me invitas
A morir mientras contemplo las comisuras de tu boca.




@manuelbrito59
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lunes, 15 de octubre de 2018

El día que te mueras



El día que te mueras
Te voy a extrañar un chingo,
Quizás seas a fin de cuentas
Mi gran amor,
Amor maldito.

El que te persigue en náuseas
Y se rebela a tus caprichos
Pero que tú manoseas,
Con mil patas,
Como los bichos.

El día que te mueras
Ojalá y me de un calambre,
Con los pepinos en salmueras
Que en tus rabietas,
Mataban mi hambre.

¿Sufriré sin tí? quizás
O quizás
Te olvidaré nomás...
Y tal vez hasta me reiré de todas esas veces
Que "luchabas" por mi amor dándome heces.

El día que te mueras
Será un día fino,
Uno de esos de a deveras,
Dónde se piensa mucho mejor
Con vino.

Entre tenerte y discutirte,
A no tenerte y extrañarte,
Prefiero verte y no amarte,
A siempre amarte
Pero sin verte.

El día que te mueras
Al fin se habrá acabado
La historia que conmigo,
Solo conmigo,
Hiciste de un amor mil calaveras.



@manuelbrito59
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