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domingo, 27 de octubre de 2019

Mía


#PremiosLovecraft2019 🦄😁
"Mía"

-La pequeña es mía - gritaba Daniel a los gendarmes cuando estos trataban de arrancar el pequeño bulto entre sus brazos.

--Ya suéltelo Señor Anidas, ya conocemos esa historia--le replicó el patrullero mientras sus compañeros le tomaban acompañamiento para inmobilizar al viejo, esposarlo y subirlo a la sucia batea de la patrulla 82060.

  Los vecinos de la colonia Herreros estaban más que acostumbrados a las peripecias que le acontecían al anciano que llevaba varios años deambulando solo por las calles cargando una envoltura compuesta por un montón de trapos y ropajes viejos.

  Impávidos, los curiosos veían alejarse a la patrulla, sin prisa, sin ruido, sin sirenas. Sabían que pronto verían al viejo de nuevo.

  Más de diez años atrás, casi quince para ser exactos, al cumplirse la noche vieja de San Juan, su entonces novia Jazmín, resultó embarazada de un extraño merodeador que la forzó a complacerlo en sus íntimas necesidades, mientras en el aquél entonces joven Daniel Anidas yacía inconsciente en el piso mientras sangraba por la sien tras el ataque artero de aquel oportunista visitante.

  Se dice que pasado el mal rato, Jazmín no pudo soportar el hecho de resultar embarazada y buscó a la enfermera de moral divergente conocida en el hospital local como "la espanta Cigüeñas".

  Daniel soportó calladamente el doloroso incidente y pasó el embarazo aceptando los eventos como deseos del altísimo. La quería demasiado. La quería hasta idealizar la grave situación al grado de cuidar de su embarazo y aceptar a la nueva creatura como propia.

  Al enterarse de los planes de Jazmín, el muchacho tardó en asimilar la situación y comenzó a desvariar deambulando por las calles del poblado y de su casa preguntándole a la gente que se le cruzaba si podían decirle un nombre para su hijo, ayudarlo a escoger el nombre más adecuado- Es que ya está por nacer-les decía.

  La gente medio entendía y no entendía mucho de su gran pena. Siempre se mantuvo en secreto el ataque, por el pudor de los padres de Jazmín. Tanto fue el secreto, que Daniel se tomó en serio la responsiva y se casaron a los pocos días de la tragedia.

  Pero ahora habían pasado ya seis meses, por lo cual todo estaba dando vueltas en su cabeza y entre las vueltas que daba, se supo que le mintieron sobre el lugar donde "Mimí" la espanta Cigüeñas trabajaba.

   Se la pasó buscando y recorriendo calles de arriba a abajo tocando puertas. Puerta tras puerta. Una  caritativa (o malintencionada, depende como lo quiera ver uno) respuesta le menciona un lúgubre callejón al que solo le ponían atención los vagos, adictos, borrachas y malvivientes.

  Se internó por la penumbra que avanzaba cubriendo las calles tras caer la noche. Era de suponerse que estaría tocando y gritando que se le diera el acceso, pero no... No estaba consciente aún, tenía la mente ofuscada... Y se les dejó ir encima con un automotor que cogió camino al "Centro de rehabilitación".

  Las paredes de la entrada cedieron bajo el peso y la fuerza del impacto. La desvencijada puerta de acero verde moteado seguía retorcida bajo el motor del vehículo que comenzaba a escurrir sus líquidos sobre el viejo mosaico marfileño.

  Daniel bajó con fuerza, y dando brincos sobre el vehículo ignoró a las personas que había aplastado en aquella sala de espera haciendo oídos sordos a los lamentos y exclamaciones de socorro.

  Avanzó hasta lo que parecía un anfiteatro, empuñaba un escalpelo recogido de una bandeja de paso.

  La escena era simbólica. Su antes novia y ahora esposa se encontraba tendida boca arriba y  desnuda esperando que todo saliera como en su mente había visualizado que sucedería. Mimí ya estaba con su atuendo celeste de cirugía acompañada de dos ayudantes y una más que le aplicaba anestesia epidural a la paciente.

-¡Te amo Jazmín! ¡A ti y a mi hijo, Jazmín!  ¡Nuestro hijo...!- gritó engreído cortándosele la voz por el llanto.

  Y ella sin poder moverse.

  Se dice que desesperado por la escena, se le fue encima a la enfermera Mimí con un escalpelo y sujetandole el cuello con el brazo le puso el filo en un ojo.

  Le ordenó que terminaran de abrir a su mujer para liberar así a su hijo.

  A Mimí le costó el ojo derecho y un corte en la yugular, a sus primeras dos ayudantes... La vida.

  La tercera, la enfermera Romero, con la mano temblorosa le hizo a la embarazada el corte necesario para liberar a la creatura que resultó ser niña y, poniéndole Samantha por nombre, se apresuró a limpiarla mientras Daniel forcejeaba con las otras mujeres y finalmente, mirando la locura en sus ojos, le extendió los brazos para entregarle a la niña "viva" envuelta entre varios paños y semisecos trapos blancos pero ensengrentados y una descolorida cobija a Daniel, quien ofuscado por la pasión y el fragor del momento, la cogió fuertemente apretándola contra su pecho para salir corriendo de ahí con rumbo desconocido.

  También se ha dicho que, después de correr varias cuadras, cayó hincado a una calzada y sobre sus rodillas avanzó un par de metros deteniéndose al llegar a las puertas de la iglesia de la Virgen del Carmen.

  Dicen que una tormenta se desató con fuerza en ese momento, relampageando en medio de la oscuridad celeste por los gruesos nubarrones que cubrieron la ciudad.

  La lluvia cubría su llanto pero no sus gritos lastimeros al descubrir el engaño que había sufrido, su hija no estaba ahí en sus brazos.

  Se dejó caer sobre el encharcado piso de concreto. Se dejó llevar por la frustración del cielo. Se dejó morir en vida. Se dejó a sí mismo desfallecer ahí.

  Cuentan que unas monjas lo recogieron desmayado en medio de la lluvia torrencial para darle cobijo en aquella iglesia. Mas no despertó por un par se semanas y en cuanto pudo se dió a la fuga de aquel lugar para buscar de nueva cuenta a su creatura.

  Lo encontraron gritando el nombre de su amada, gritando el nombre de Samantha, gritandole sus penas a cualquiera que se atravesara.

  Regresaba a su casa, volvía a la de ella. También buscaba por los hospitales y tan sólo se detuvo de buscar al regresar a las puertas de la iglesia que lo había acogido.

  Se ha dicho que rezaba día y noche adentro y por fuera de la iglesia hasta que su aspecto vagabundo comenzó a dar paso al actual personaje que un día de esos se encontró una muñeca plástica que envolvió entre trapos sucios y roidos adoptándola tiernamente.

  Han pasado ya tres lustros desde aquel lamento pero Daniel Anidas sigue vagando con su muñeca en brazos gritando a la gente que le topa por las calles: - ¡Samantha es mi hija! ... ¡La niña es mía! -

  Si tan sólo hubiera regresado a buscar a la enfermera Romero quizás tendría un buen traje de fiesta y una copa en la mano para el festejo de una quinceañera.

@manuelbrito59
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sábado, 19 de octubre de 2019

Esferas


-La bolas doradas que me siguen por lo oscuro del camino me hacen correr desde las dos cuadras atrás, donde el autobús tiene su paradero.-Soraya Muñoz

"-Cuando nos bajamos mi hermana y yo no vimos nada, para ser las siete de la tarde estaba clarito aún. Ninguna de las dos sentimos esta presencia, eso fue de repente.


  Ella sintió al bajar del camión que estaba como calentito el ambiente, yo le dije que de seguro se nublaba, porque siempre que llueve se pone más fuerte el bochorno. Ella me sujeto del brazo y me puso la palma de su mano en la mejilla, de pronto se había puesto toda helada.


  El trasporte nos envolvió en el humo negruzco de su escape, con eso tosimos las dos mientras cerrábamos los ojos para estornudar casi en sincronía.


  Al abrir los ojos estaba oscuro el ambiente, esto fue tan rápido que nos miramos extrañadas para tratar de entender lo que sucedía. El camión avanzaba por el camino dejándonos con una sensación de soledad que siento desde ese día cada vez que veo a un camión alejarse.


  Estela revisó su teléfono, sorpresivamente eran apenas diez minutos después de las siete, debería estar el cielo claro y no de oscuridad como apenas hacía diez minutos antes.


  Sin querer asustar a nadie y menos entre nosotras, decidimos ponernos en marcha hasta la casa. Faltaban poco mas de doce  cuadras exactas para llegar a la casa. Pequeñas, pero doce, en la esquina le tienda de don Quique y a dos casas estaría mi madre lavando y tendiendo la ropa, lo mismo que hacía cada viernes con los uniformes de todos.


  Se me crisparon los nervios y sentí los vellos de la nuca erizarse, como cuando los pavos levantan sus plumas. Mi hermana levantó enfrente de mi la mano y apuntando con él índice la montañita que se veía a lo lejos, me recordó que era un 22 de Octubre, los gitanos de la comunidad deberían estar celebrando en aquel monte sus cosas raras, bebiendo y bailando como a veces lo hacían en la plaza del pueblo hasta que ya borrachos se peleaban entre ellos y volvían a subir al cerro.


  Estela gritó del susto al sentir una mano fría recorrer su espalda. Me lo dijo, le creí al ver una sombra detrás de ella mover lo que me pareció una mano.


  Las esferas del tamaño de pelotas de tenis aparecieron flotando enfrente de nosotros, el  abuelo nos había contado desde niñas el cuento de que a finales de Octubre debíamos alejarnos del cerro y no salir solas de la casa, mucho menos de noche... Pero ya no éramos unas niñas y teníamos que trabajar en la ciudad, por eso volvíamos temprano, antes del oscurecer.

  Giraban, las esferas giraban al rededor nuestro. Palidecí, lo sentí por los escalofríos que no dejaban de recorrer mis nervios. Estela y yo quedamos inmóviles en lo que parecían momentos eternos.

  Algunas esferas se acercaban tanto que me parecía que podía ver dentro de esas cristalinas bolas los ojos rojos inyectados de sangre de alguna mujer de aspecto hosco, fría, sin sentimientos, con algunas arrugas en los ojos y otras muy arrugadas, muy viejas, pero todas esas mujeres parecían arder en llamas ahí adentro. Cómo no íbamos a sentir mucho miedo con ellas pasando entre nosotras y rodeandonos.

  Mi hermana gritó como pudo mi nombre: ¡Soraya! -escuché claramente, no creo haberlo imaginado - ¡Cierra los ojos, tírate al suelo y hazte un ovillo! - Eso es lo que decía el abuelo para deshacerse de ellas.

  Ella sujetó lentamente su bolso de mano, donde guardaba su cartera, metió su teléfono y sin hacer otros movimientos se hincó en el piso para ponerse en posición fetal. Yo traté de imitarla, pero me sentí muy nerviosa cuando una esfera se acercó a mí hermana por la espalda transformándose en una anciana de tamaño normal vestida de falda blanca de manta, su blusa clara bordada de flores negras y naranjas que combinaban con el pañuelo que usaba de tocado en la cabeza. Su collares de huesos tintineaban al moverse. Eso me sorprendió de forma alarmante, ya que más que asustarme de verla posar los pies descalzos en el piso de barro, fue más el pensamiento de que podía hacerle algo a mi hermana.

  Le grité a la bruja: "¡Déjala!" - olvidando lo que él abuelo siempre nos había dicho, nunca, pero nunca, hacerles caso porque entonces vendrían más como ella a tomarnos más interés. Lo lamento ahora, lo olvidé por completo. Lo lamentaré siempre.

  La "bruja", como nos había dicho el abuelo, cogió a mi hermana del cabello levantándola del piso. La puso frente a mis ojos y ella casi se desmaya al entender lo que estaba pasando.


  La bruja posó su mano derecha sobre la cabeza de mi hermana y la pobre de Estela solo se iba convirtiendo en una momia seca, seca. Se me llenaron los ojos de lágrimas mientras se chupaban la energía de mi hermana y no podía hacer nada.


  Otra bruja se convirtió a lado mío transformándose desde la esfera en la que viajaba, con eso fue suficiente para sentir que tendría el mismo fin que mi Estelita.

  No recuerdo más que el sentir el toque abrasador de su mano, ahí me desvanecí.


  Desperté tendida a un lado del camino en medio de la claridad de la tarde. No alcanzaba a recordar en ese momento qué es lo que hacía ahí, pero por instinto me levanté limpiándome el polvo de la falda larga al tiempo que revisaba mi teléfono, apenas eran las siete y quince. - ¡Mi hermana! - me asaltó el recuerdo y pronto caí en cuenta de que todo lo acontecido estaba confuso en mi mente, inverosímil.


  Busqué con la mirada a Estela y al no verla comencé a buscarla por la zona a mi alrededor.

  Caí de pena y horror junto a su cuerpo enjuto, tieso, seco, lo que me dejaron de ella. La abracé con todo mi amor de hermana diciéndole que la quería mucho pero por más que le pedía perdón sabía que yo nunca me lo perdonaría a mí misma.


  Desde aquel día repito a los niños del pueblo los cuentos del abuelo sobre las luces de los gitanos y las esferas que brillan y vuelan. Les cuento la historia de Estela y que aunque ya no les temo, siempre que se me aparecen brillando a mi paso, apresuro mi andar para recorrer las doce cuadras hasta mi casa y guardarme de ellas un día mas.


  Ese día aprendí a no tenerles miedo, pero tampoco voy a dejar que suceda de nuevo, conmigo. Normalmente es a fin de mes cuando le cambio sus flores al pequeño altar hecho a un lado del camino en donde falleció mi hermana. 


  Sólo que ahora cada 22 de Octubre desde hace 5 años, me quedo junto al altar desde antes de las siete de la tarde hasta que Estelita se va de nuevo por ahí de las siete treinta, tan sólo para compartir un café y un par de panecillos con ella.-"




@manuelbrito59 
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A quemarropa


Me agarraste a quemarropa,
No dejaste ni un espacio,
Traicionera de los besos,
Me has usado como a un trapo;
Pero si es que te apetece
Hacerme sentir guiñapo,
Traicionera de los besos,
Róbale otro a esta boca.






@manuelbrito59
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martes, 15 de octubre de 2019

Bonita



Bonita...
Con esos ojos negros,
Dibujados en llanto
Por aquel que se fué.

Bonita...
Lamento tus quebrantos,
Se que no he sido un santo
Pero siempre te amé.

Bonita...
A esos párpados tuyos,
Cerraré con un beso,
Sin tu amor no me iré.

Bonita...
Te daré estos arrullos,
Yo cuidare tu manto,
Duerme, aquí yo estaré.



@manuelbrito59
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domingo, 13 de octubre de 2019

Vela de luz


(Hechizo de vela blanca para iluminar mentiras a tu alrededor y pedir un deseo. 
El deseo se escribe a pluma negra en un papelito blanco que se enrolla alrededor de la vela. 
Recordar poner la vela en un plato y alrededor de ella sal para evitar envidias que interfieran con tu deseo. 
Se enciende a la medianoche del domingo y se deja consumir por completo):


"Luz que alumbras en la noche
Con tus brillos suaves danzarines, 
Fuego tenue de una vela encantada
Alumbra ahora todas las pasiones, 
Posa tu luz sobre cualquier mentira
Y dale paz de vida a quien rezo te pone. 

Por la magia poderosa
Que se encierra en tu flama
Cumple éste mi ardiente deseo
(Aquí se pide el deseo). 

Antes de que acabe tu cera
Rezaré tres padres santos
Y Por tu mística elegancia
Te esparciré suaves aromas. 

Vela de luz, mi vela blanca,
Con tu llama poderosa, 
Gira de la fortuna la rueda
Y que no se detenga el universo 
Hasta que mi deseo se conceda... 
Sólo entonces seremos uno, yo y tu fuego. 


@manuelbrito59
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miércoles, 9 de octubre de 2019

Sonríe


Sonríe. 

Porque siempre estamos cerca, 
Con dos tres pasos de distancia;
Y sin embargo te estremece
Que mis manos sean de fuego
Cuando de cera son tus penas.

Sonríe. 

¿Qué no ves que por tí corro? 
Voy cayendo por laderas que se van colina abajo, 
Y encontrándome en derecho
De tenerte o de quererte;
Sólo tengo para darte lo que te haga más feliz.

¡Sonríe!

Para cuando te deslizes, 
Un poquito más cerca del fin
Y te sientas convencida
De que las fuerzas te huyen
Hartos ya de tu apatía.

Sonríe. 

Que la depre es quien te abraza;
Va lamiendo tus heridas, 
¡Y por el amor de Dios! 
¡Deja ya de pensar tan solo en uno! 
Que hace mucho somos... dos.

Sonríe. 



@manuelbrito59
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Referencias de: https://www.clarin.com/sociedad/identificaron-gen-causaria-depresion_0_BkmiveSPx.html 

Para Elisa


   Amanecí otra vez, con el zumbido en los oídos. Ojos cerrados, apretando fuertemente ambos párpados. Me llevo ambas manos a las sienes mientras dejo exhalar un lastimero y prolongado alarido.

   Desnudo me encuentro en este sitio tan vacío. Reconozco el piso, el manchado concreto aceitoso. Paredes grises retocadas burdamente con grafitis que sobreviven a las décadas que llevan estas columnas sosteniendo este puente.

   Otra mañana aquí, despertando desolado por la pérdida inhumana de tu ansiosa codicia, la misma que me dejó en la calle tras poner tus infames artes amatorias como pago a tus abogados. Bruja maldita. ¿Cuándo me di cuenta de tus intrigas? Para ser una vulgar cualquiera, en verdad que el fraude en tí es un arte, ya que engañas a cualquiera.

   Delirios más, delirios menos. Me muevo inquieto sostenido por mis temblorosas piernas. Me aposto con la palma de mi mano sobre alguna superficie lisa en donde mejor atino a toma asiento. Mi respiración se corta por el frío asiento que aturde mis nalgas.

-¡Maldita seas, Elisa!-pienso en voz alta mientras por el impulso reflejo de mi cuerpo salgo disparado hacia un costado, justamente en donde me falta el brazo derecho.

   Caigo con las barbas barriendo el polvo. Cierro los ojos para que la vaporosa nube no me ciegue. El pecho y la barbilla se me azotan decorándose de mugre.

   La lluvia cae sin poder evitarlo. Pienso que fuerzas cósmicas y misteriosas me han sometido a este lamento. Me niego mentalmente a aceptar y mucho menos digerir esta derrota, no a manos de quien dije sería el centro de mi universo.

   Tumbado al suelo, los relámpagos me iluminan el trasero. Las graves gotas se deslizan y las sombras de la noche reaparecen al compás del grito de los truenos, que parecen condolerse de mi llanto. Lo bueno de la lluvia es que se funde con el resto.

   Prefiero no moverme, saborear el polvo amargo que quedaba en mi garganta mientras aspiro la tierra húmeda mientras todo se convierte en lodo y me salpica el cuerpo frío.

   Recuerdo entrecerrando los ojos tus gestos, tratando melosamente de convencer a este tonto de que las historias que se publicaron en la sección de sociales de los periódicos eran falsas noticias, cosas de los medios, siempre buscando y solazandose de los deslices y amoríos de la gente decente. Al menos antes te creía, mirando tus ojos de picardía se me olvidaba el mundo. Solo quería verte feliz, aunque feliz no es algo que supieras sentir.

   Vuelvo a quedarme dormido con el murmullo de las gotas que tamborilean en el piso superior del puente, y es todo cuanto escucho.

   El frío de las cadenas en mis pies y cuello me incomodan y despiertan. Atino a rodar sobre mi costado y apoyando mi espalda al suelo contemplo la oscuridad de este agujero al cual me confinaste tras asegurarte de tener mi firma en la cesión de mis posesiones a tu nombre. ¿Pensarás que no me di cuenta? Quisiera decirte que eso no me importa nada, que te dejaría hacer conmigo lo que quisieras pero... Creo que esto ya te lo has tomado en serio, pues has hecho de mi vida un verdadero basurero.

  Absurda forma de concluir la vida. Tras construirme una pequeña fortuna para que tú, alimaña absurda, me la quites con esta cruz.

 Profusa enana, llena de melancolía, ya pasamos la pendiente, pequeña hija de mi tía. Ahora es cuando me arrepiento de soltarte el encanto, de cambiar por azucenas todo el rigor de tu vida arriera cuando por destino solo me diste, puro basto de corona.

  Aspiro el aire, mantengo húmedos de lodos mis dos labios y mi vientre. Veintitantos años tienes, Veintitantos y otros más, pero no los aparentas, mueres por curiosidad.

  Es aquí con frío en la espalda, que planeo con tus rencores, perdonarte como un macho y vengarme como un hombre.

  Oigo pasos y me incorporo. Apesta todo a inodoro. Sigo desnudo, ya no hay decoro; solo la furia. Una emoción (que controlada), me ha de sacar de esta húmeda posada. Más no sin antes buscarme a tientas por el suelo, un grueso anillo cuya pérdida es la que me espanta. Procuraba darme ánimos leyendo su inscripción interna, en donde nuestro anillo de compromiso eterno venía con mi nombre precedido de un: "Con amor sin tiempo para... " y ya no está.

   Los pasos escaleras descienden. Se acercan sin prisa, yo haría lo mismo. Aquí no ha pasado el tiempo desde que compramos esta finca adjunta a la carretera abandonada. Sitio fantasma. Un alma en pena. Tan muerto todo como la esperanza de un rescate.

   Dos tipos de enorme tamaño han venido a buscarme. Me jalan cadenas, me sueltan azotes. Me hormiguea el brazo izquierdo por el peso del gordo sujeto que me mantiene en el suelo mientras me lo aplasta con su gruesa bota negra de militar contratado.

   El otro tipo las piernas me muele a patadas como si no es escuchase la letanía de maldiciones que a su madre y hermana profiero. Par de tarados. Como quiera que sea, ellos solo son un par de mugresos que vienen por hacer un mandado.

   Y a expensas de mirarte por el rabillo del ojo, aunque bañadas las sienes en sangre me imagino que vienes a verme ¿o es que eres tu en un vestido rojo? - ¡Qué perra tan puta!-Expreso a tu esencia; que si eres fantasía te grito desde mi agonía y que si eres verdadera, mira que venir a verme... ¡Qué perra!

   ¡Vive Dios! - Exclamas ante mí con tu boca blasfemia, esa boca que recuerdo mencionando al todopoderoso altísimo mientras abrazaba el falo efecto de mis anteriores erecciones. Cosa lamentable ya que de estar en más conciencia no lo hubiera permitido, pero estábamos en otra situación, una en donde no se me pasó por la mente tan elaborada traición.

   Tu boca se acerca a la mía. Me excretas un beso que me repulsa, ya no eres de mis entrañas el alma mía... ¿O sí?

   Me hallo besándote de vuelta, ahí desnudo, adolorido y ensangrentado, sabiendo que por tu parte para mí el mundo se ha terminado me dejo llevar por la calidez del momento que me absorta de mi cuerpo sanguinolento para olvidarme de todo.

    Siento tus uñas clavarse duras atrás del cuello, justo en la nuca. Los tipos jalan mi cuerpo desde ambos brazos, de lo que queda de ellos. Me mantienen parado al tiempo que das un paso atrás para cercenar mi orgullo de macho herido, moribundo, perdiendo ante tu palma la tripa maldita de la hombría, la que alcanzo a entender que nos trajo hasta aquí al escuchar entre los destellos blancos que aturde mi cabeza para no sentir dolor: "Querido tío, me lo llevo porque él fue y no tú, quien en mis tiempos de ternura y lozanía, arrebató en febril ataque a mi inocencia toda esperanza de una vida de decencia y me convirtió en una desesperada e insatisfecha ninfómana de nueve años, que tirandose a los vicios y cualquier falo de chicos dio sin rumbo al mundo la facilidad de su cuerpo y ahora cobro con el tiempo la cuenta pendiente que tu amor ardiente había dejado inconcluso. Querido tío".

  En su mano levantada, donde brillaba el grueso anillo de matrimonio, mezcla de sangre, oro blanco, oro antiguo y oro rojo, tenía entre los dedos mi varonil despojo, escurriendo color rojo, cual mermelada de fresa fresca y lo agita y balancea ante mis ojos.

  Aspiro desesperado una bocanada de aire antes de que termines de llenarme la boca con las bolas recién cortadas de mis testículos aun tibios, aun calientes. Tantos años de cuidarte, tantos años de amor paciente y así me pagas, maldita ingrata, con dolores y agonías.

   Me pegas cintas sobre la boca, siento la asfixia en la derrota. Un cuento amargo, más que un delirio. No supe de mí, no supe de tí, no supe de nada.

   Desperté en un momento, me di vueltas en seco. Me encontraba vestido, con pijama de cuadros, color rosa con negro. Tan mullida la almohada como acolchada la cama. Los calcetines de unicornios me cubrian los pies del frío. Mi largo cabello de me enreda entre los labios. Lo acomodo para no masticarlo y escucho abrirse la puerta de este cuarto por el rechinar de las bisagras.

   Se me acerca un tipo, algo mayor pero algo me dice que es un personaje conocido. Se acerca a verme, me hago el dormido. Aunque esto no me ayuda con su manoseo, ahora caigo en la cuenta de que con sus toscas manos bajo la pijama me acaricia torpe y frenéticamente los incipientes senos.

   A media oscuridad caigo en la cuenta, de que tengo cerca de ocho años, tengo vagina y dos mas hermanos. Pero él... Él es mi tío, y desliza y me saca a media piernas la pijama para cometer su ataque mientras me mantiene callada con su palma en mi boca y la otra mano en mi pelvis. Sigue y se mueve como Elvis. A luz y sombra veo su rostro. Rostro de hombre maduro pero entre el entrecejo veo a este tosco y torvo carpintero que aun huele a alcohol corriente una mirada que ya de antes reconozco... ¡Elisa, es ella! Así es el hombre.

   Su mano bruta me clava sus dedos, me lastima el vientre con lo que tiene en ellos y lo veo sacarlos y chupando mis fluidos mientras veo que con ellos brilla el círculo metálico de oro blanco, oro antiguo y oro rojo. Son memorias del pasado.

   Me deja "en pago" entre los dedos un anillo igual, con una inscripción por dentro. Lo que me duele es mi vulva hinchada y otra vez se me ha venido dentro. Me limpia y me viste. Aquí no ha pasado nada. Me besa en los labios, yo sigo "dormida". Empiezo a desear que aparezca mi tía, más nunca lo hace.

   Atraviesa la puerta y la cierra del todo. Siento las lágrimas gruesas rodando en mis pómulos, entonces así sé que lloro.

  Abriendo la mano miro su "regalo". Leo atentamente la inscripción que por dentro, grabada viene con mucho talento. Sé que esto debe ser tan solo otra pesadilla, no puede ser que por dentro diga: "Con amor sin tiempo para Elisa" ...




@manuelbrito59
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lunes, 7 de octubre de 2019

A tus ojos no



Te quería escribir una nota
Y te quería decir tantas cosas, 
Que me quedé pensando en ellas
Mientras una foto tuya contemplaba.

Recuerdo cómo te pusiste brava, 

Y es que a veces no me salen cosas bellas
¿Pero sabes? bien que de entre todas ellas
No había ninguna que de tí no hablara.

Y estas ahí,

De foto enfrente, 
Te siento viva
Y de piel ausente. 

Los veo a ellos

Y ellos a mí.

Sé de tu herida

Aunque no es presente.

¡Al fin demente! 

Me pierdo en ratos
¡Más loco no puedo! 
Porque te contemplo en vano. 

Les quería decir a tus ojos

Que ya los extraño tanto;
Les quería decir tantas cosas, 
Hasta que soy muy barato. 

Decirles que duermo

Cuando leyendo me canso
Decirles que bebo
Cuando me vence el fracaso,

Pero...


Te quería escribir una nota

Dedicando rimas a tus ojos
Para cuando las leyeran
Sepan ellos mi alborozo

Y entre tanta algarabía 

Les quería decir te quiero,
Pero no confiando en lo que leo
Decidí venir aquí

Y mira ahora, estas ahí,

Viva y de frente, 
A piel presente, 
Me veo en tus ojos... 

Los veo a ellos

Y ellos a mí.

Y al dejar tu foto a un lado

Acercando tu perfil
Dejame gritarte en un susurro:
¡Los quiero a ellos pero te amo sólo a tí!. 🤫




@manuelbrito59 

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miércoles, 2 de octubre de 2019

Mi corazón palpita


Mi corazón palpita,
Si te acercas,
Si me miras,
El te grita mi agonía.

Más, no al infame
Tiempo venidero
Es al que escucho,
Sino al doliente

Al tibio y grave
Corazón caliente
Que a tambor batiente
Siempre te dice:

"Te quiero";
Y aunque tú no le escuchas
De plañires ni agonías,
Él no se sosiega en esto.

Mi corazón palpita,
Si te acercas,
Si me miras,
Sólo el sabe mi agonía.




@manuelbrito59
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